El estudio de los géneros ha adquirido sistematicidad en la segunda mitad del siglo xx con René Welleck y Austin Warrent (Teoría literaria, 1949). Aunque con Aristóteles aparece la primera sistematización de los géneros en su Poética (iv a.C.).

En la época clásica se diferenciaba entre el arte mimético, desarrollado por imitación (tragedia y comedia), y el arte no mimético, que es la narración hecha por el poeta (ditirambo). También existía el arte que combinaba ambos: la epopeya y otras poesías. Poética está formada por una serie de apuntes no muy sistematizados donde Aristóteles da directrices sobre cómo escribir. Considera la mimesis y el ritmo como elementos innatos del ser humano, y la mimesis como el elemento principal de creación.

Concede más importancia a la tragedia y la epopeya, pues los personajes y temas que imita son más elevados. Aun así, es más importante la tragedia que la epopeya, pues esta última es un género ya caduco.

El modo de imitación se establece según como narre el poeta: en la epopeya el poeta narra los sucesos, por lo que es un modo narrativo; y en la tragedia y la comedia los personajes son los que hablan, por lo que es un modo dramático. Esta división pasará a la posteridad.

La mímesis es un concepto que se mantiene vigente durante mucho tiempo. La realidad se considera perfecta y, por tanto, modelo de perfección a imitar.

Sin embargo en el esquema de Aristóteles falta la poesía lírica porque se consideraba un género musical y literatura no mimética.

Actualmente, el estudio de los géneros se llama genología o generología y es una disciplina confusa, dada la variedad de términos, y con un enfoque difuso. A esta dificultad se añade la interminable aparición de nuevas formas de escribir y expresarse que no encajan con la división clásica de los géneros.

Bajtín (1895-1975) remarcó ya el problema de los géneros discursivos. Hizo una clasificación en géneros discursivos primarios y secundarios, pensando que toda realidad discursiva, oral o escrita, se podía clasificar en estos dos.

Los primarios englobaban desde el diálogo hasta la carta. Los géneros literarios que entraban en los secundarios eran una elaboración de la forma primaria. Para Bajtín lo escrito era una reproducción de la oralidad.

García Berrio (1940) y Huerta Calvo, por su parte, distinguen entre género teórico o natural (épica, lírica y dramática) y géneros históricos, dejando fuera los géneros primarios de Bajtín.

Claudio Guillén (1924-2007) parte de un punto de vista comparatista y elabora su propio sistema. Para él las formas literarias no están aisladas sino que forman parte de una concepción universal caracterizada por:

  • Cauces de presentación: son tres: épica (narración), dramática (representación) y lírica (enunciación).
  • Géneros: definidos en la forma y el contenido (tragedia, epopeya, ensayo,…)
  • Modalidades: de carácter parcial, son las maneras de presentarse los géneros: grotesco, paródico,…
  • Formas: estrofas, capítulos, diálogos,… modos de articulación de los textos. Tienen carácter parcial, pero a veces pueden adquirir carácter de género o se les puede añadir una modalidad.

Berrio y Calvo añaden a estos un elemento más: el subgénero, una mezcla de género y modalidad. Dan, además, otros términos:

  • Serie genérica: cuando un género se reproduce a lo largo de la historia.
  • Grupo genérico: cuando solo se practica durante un tiempo concreto.
  • Características variables: cuando van a motivar un cambio en el género (van a hacer un “antigénero”).

Puede pasar que un género acepte las características dominantes de otro pero las quiera invertir. En este caso se forma un “contragénero” que puede ser:

  • Contrafactum: tradicional de los Siglos de Oro: se da la vuelta a un género, normalmente dándole un carácter paródico o humanístico (poema lírico amoroso transformado en religioso).
  • Parodia: se parodia un género siguiendo su mismo esquema, como en El Quijote.

Si en un texto coexisten distintos géneros se trata entonces de un plurigénero. A veces puede ocasionarse en la evolución de la obra de un autor, como Pérez Galdós cuyas obras se van aproximando al teatro.

La titulación de los textos a veces contiene elementos metaliterarios que aproximan u orientan el texto hacia un género. Los títulos y subtítulos son una marca característica que el autor puede emplear para adscribirse a un género, aunque a veces también pueden llevar a engaño.

En el s. xx y en la actualidad hay un escepticismo entorno a los géneros literarios potenciado por la aparición constante de nuevos géneros. Sin embargo puede llegarse a una conclusión: por un lado, puede tenerse una idea universal de ellos, pero, por otro lado, no puede partirse del empirismo, pues los géneros cambian y evolucionan. Debe, por tanto, tratarse de conciliar lo previo (la concepción clásica) con lo posterior.

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