Como fan de Harry Potter, imposible resistirse a leer esta nueva entrega que, tras triunfar en los escenarios londinenses, vio la luz en papel respondiendo a la insistencia de los seguidores de la saga (especialmente aquellos que, como yo, lo tienen un poco difícil para ir a ver la obra a Londres).
Así que, para lograr cumplir con el reto de lectura de 2017, escogí este libro como la obra de teatro que tocaba leer en noviembre.
Diecinueve años después de la gran batalla en la que el señor tenebroso por fin fue derrotado, ser Harry Potter sigue sin ser fácil, y la vida tranquila que siempre ha deseado todavía se le escapa de las manos. Ahora es el ocupadísimo jefe de los aurores, está casado con Ginny y es padre de tres hijos. Además, debe cargar aún con el peso de su pasado, que no parece dispuesto a dejarlo nunca en paz.
Por otro lado, su hijo Albus Severus debe soportar el peso de un apellido y una historia familiar que no le interesan para nada, pues no quiere ser el reflejo de su padre, con quien no se siente conectado, sino él mismo.
Cuando el destino conecte el pasado con el presente, padre e hijo deberán afrontar una verdad muy incómoda: a veces, la oscuridad surge de los lugares más insospechados.
Al iniciar la lectura mis expectativas no eran excesivamente altas, ya que consideraba el final del séptimo libro más que satisfactorio, pero al mismo tiempo me moría de ganas de saber cómo habían continuado la historia.
Lo primero que hay que tener en cuenta al abordar este libro es que no estamos ante una novela y que se trata de un texto escrito por John Tiffany y Jack Thorne a partir de una idea de la creadora de Harry Potter. Se trata de una obra de teatro (con todas las limitaciones descriptivas que esto comporta) compuesta por dos actos y una escena final.
La historia comienza justo en el epílogo de Harry Potter y las reliquias de la muerte, en el andén 9 ¾, con un Harry adulto despidiendo a sus hijos, listos para embarcar en el Expreso de Hogwarts. Los actos van pasando y se va desarrollando la adolescencia de Albus, en la que vemos como la relación con su padre y con todo el que no sea su amigo Scorpius se va deteriorando, hasta llegar a su cuarto año en Hogwarts, donde verdaderamente se desarrolla la trama.
Cuando ya está terminando el verano, Albus descubre lo que él interpreta como un acto de crueldad y egoísmo por parte de su padre: el Ministerio se ha apoderado de un giratiempo (probablemente el último que existe) y Harry niega la petición de Amos Diggory de usarlo para salvar a su hijo Cedric, que murió sin tener nada que ver con la lucha de Potter.
Decidido a demostrar que no solo es diferente, sino incluso mejor que su padre, Albus, junto con Scorpius y la sobrina de Digory, se dispone a volver atrás y salvar al campeón de Rawenclaw para reparar por lo menos uno de los errores de su padre y salvar una vida inocente. Pero las cosas no salen como él ha planeado.
La trama quizá no es excesivamente original (ya hay muchas historias que giran en torno a las catastróficas consecuencias de cambiar el pasado Regreso al futuro), pero me ha gustado la forma en que la han tratado. Además, aunque es una historia que no contiene mucha acción y que se centra más en el desarrollo emocional de los personajes, logra mantener el suspense a lo largo de prácticamente todo el libro y debo admitir que me ha enganchado totalmente.
En cuanto a los personajes, se echan en faltaa algunos como Teddy, el resto de la familia Weasley, Hagrid o Luna Lovegood (otra de las «limitaciones» del teatro), sin embargo, resulta reconfortante reencontrarse con personajes como McGonagall, que sigue al pie del cañón, e incluso con algunos ya desaparecidos.
Sobre el anterior trío protagonista, mi sensación ha sido agridulce. Por un lado, ves que conservan su esencia, por el otro, han crecido con todas las cargas físicas, morales y emocionales que eso conlleva. Harry, especialmente, se encierra en su trabajo porque es incapaz de entender y lidiar con su hijo mediano y al mismo tiempo combatir contra los restos del legado de Voldemort y la magia oscura; incapaz de comprender lo que pasa por la cabeza de Albus y sin ningún referente paterno que lo guíe, se siente perdido y asustado y comete grandes errores.
Por su parte, Albus es un personaje un poco desesperante. De hecho, se parece mucho más a su padre de lo que quiere admitir (y de lo que él mismo sabe, ya que solo conoce la parte idealizada del pasado de Harry Potter) y lucha constantemente para diferenciarse de él y de su hermano James (a quien ve como el reflejo exacto de Harry, cuando en realidad se parece más al James original): entra en Slytherin, se le da mal volar, detesta el quiddich… y escoge como mejor amigo al hijo de Malfoy, a quien todos los demás, incluso los de su propia casa, rehuyen. Sin embargo, es amable y fiel con los amigos, osado y valiente como su padre. Necesitará meter la pata muy a fondo antes de darse cuenta que, tras la imagen que tiene la gente de Potter, hay un hombre que también se asusta, que no se basta él solo y no se avergüenza de ello y que siente un amor incondicional por su familia; un hombre con el que podría llegar a entenderse y llevarse bien.
Sorprendentemente, el personaje que me ha parecido más carismático y completo, el que creo que acaba llevando realmente el peso protagonista de toda la obra, es Scorpius Malfoy. Es un personaje entrañable, marcado (como Albus) por el peso de su apellido y por los rumores sobre su procedencia, pero que sin embargo no se doblega ante ellos. Valiente, inteligente y leal, es como hubiese podido ser Draco si no hubiese sentido la necesidad de aparentar y estar a la altura de las expectativas de Lucius. De hecho, en este libro observamos la transformación y redención de Draco, que ama a su hijo por encima de todo (aunque no lo entienda) y apoya, e incluso disfruta con ello, al trío original en el momento decisivo.
En general, Harry Potter y el legado maldito me ha gustado más de lo que esperaba: gracioso, ingenioso y lleno de momentos de tensión, así como diálogos acertados, cortos y amenos; es muy distinto a los libros originales, pero encaja bien con ellos, ya que mantiene algo que Rowling deja muy claro en todos los libros: la amistad es muy importante, nunca estaremos solos siempre que alguien que nos aprecie esté dispuesto a luchar a nuestro lado.
El libro me ha dejado una sensación de melancolía y satisfacción que me hace querer aún más ver la obra original, ya que, como obra de teatro, con el despliegue de efectos visuales que se insinúan en el texto (y que me intriga cómo deben realizarlos), seguro que funciona muy bien. Quizá para aquellos que no estén acostumbrados a leer guiones puede resultar incompleto o un poco tedioso de leer, pero creo que vale la pena el esfuerzo.
Harry Potter y el legado maldito
Autores: John Tiffany y Jack Thorne; idea original de J.K. Rowling
Editorial: Salamandra
Páginas: 336
ISBN: 9788498387568
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Jonathan Naharro
Nusansu
Jonathan Naharro