Hay días en los que me siento harta.
Harta de buscar y esperar.
De llamar y no recibir respuesta,
solo silencio tras escuchar la señal.
Hay momentos en los que me cabreo por nada
o siento irrefrenables ganas de llorar.
Un nudo atascado en mi garganta
que, haga lo que haga, no se va.
Y es que hay días que siento que no siento nada,
que el tiempo simplemente pasa sin más,
que estoy sola incluso en medio de una manada,
que el ruido duele, pero el silencio aún más.
Porque hay días en que me siento harta.
Harta de buscar, de esperar,
de seguir, de sentir, de tener esperanza,
de llorar con ojos secos,
de que nada importe ya.