Sucede mucho, cuando al conocer a alguien surge la típica pregunta «¿y a qué te dedicas?», que al decir que soy correctora la mayoría de la gente me mira con extrañeza. La siguiente pregunta que suelen hacer entonces es «¿Y eso en qué consiste?», alternada muchas veces con comentarios del tipo «entonces debes leer muchos libros» o «ahora, con los ordenadores, debes tener poco trabajo» (para decir de un modo educado que el corrector es ya un elemento obsoleto e innecesario).
También me he encontrado, en ocasiones, con correos de autores a los que les han recomendado que manden su trabajo a un corrector y que me preguntan (creo que a veces incluso un poco asustados) qué voy a hacer con ese libro que tanto les ha costado crear.
Pues bien, visto lo visto, he decidido escribir una serie de entradas explicando un poco en qué consiste la tarea de un corrector y qué tipos de correctores (y correcciones) hay.
Así pues…
¿Qué es un corrector?
Corrector es «la persona que corrige, sea el original (corrector de estilo), la galerada (corrector ortotipográfico), el material tipográfico en sí mismo (corrector en el plomo) o el material fotocompuesto (corrector de fotocomposición). Los dos primeros deciden las correcciones, los dos segundos las ejecutan».
Diccionario de la edición y de las artes gráficas (JOHN DREYFUS; FRANCOIS RICHAUDEAU, 1990)
Por lo tanto, un corrector es un profesional de la lengua, que la estudia, la conoce y actualiza sus conocimientos constantemente para tener un buen dominio de la gramática normativa, del léxico, de la redacción (coherencia y cohesión del texto)…
Obviamente, revisa la gramática, la ortografía y la puntuación. Pero también se encarga de que un texto, además de correcto, sea preciso. Evita las redundancias, las ambigüedades y el abuso de los verbos comodines («tener», «haber», «poner»…); comprueba la coherencia tipográfica del texto, el uso de mayúsculas, la ortografía de los nombres de personas y lugares (y que estos no se crucen por error, que es algo que sucede muy a menudo); se asegura de que los términos técnicos estén empleados con propiedad; propone cambios léxicos cuando la palabra elegida conlleva connotaciones no deseadas y controla el uso inadecuado de cultismos.
Su objetivo final es que los libros lleguen exentos de erratas, discordancias y faltas de ortografía al editor, la agencia literaria, los concursos literarios o incluso al público.
El corrector ejerce de filtro. Un filtro imperceptible, que debe conservar la voz del autor y, a la vez, aumentar su brillantez y claridad. Lo cual no es fácil, ya que debe encontrar el equilibrio entre el gusto personal del autor y lo que es correcto (cosa que difiere más veces de las que pensamos).
A diferencia de lo que a veces creen los autores, el corrector no es su enemigo, sino su cómplice.
En próximas entradas iré explicando los distintos tipos de corrección que hay (que ya he nombrado en la cita de más arriba), en qué consiste cada uno y cómo se pueden realizar las correcciones.
Jonathan Naharro
Nusansu
Jonathan Naharro
Nusansu
El diario de yuuki
Nusansu
yatengounaedad
Nusansu